BUSCANDO PASIONES EFÍMERAS
Era ya
la tarde y un espíritu de promiscuidad se apoderó de mí, al punto de que toda
mi piel erizada comenzó a latir por los brazos de un amor pasajero, pasional y
con una cargada dosis de adrenalina. Anhelaba experimentar una conexión efímera
y ardiente que saciara mi ansiedad fisiológica, pero que también despertara
emociones intensas en lo más profundo de mi ser.
Decidí
tomar el teléfono y sumergirme en las redes sociales ocultas de la sociedad en
busca de esa pasión instantánea. Me encontré con una variedad de perfiles:
personas interesantes, bellas y otras menos atractivas. Me desconcertaba por
qué algunos perfiles no mostraban ninguna imagen, solo un fondo negro, y
carecían de información básica. Aun así, continué mi búsqueda, anhelando
encontrar el perfil que representara las tres cosas que necesitaba: amor
pasajero, pasión y adrenalina.
Después
de un tiempo navegando en esa red, noté un perfil en particular. No había
ninguna foto, solo un fondo negro. La descripción del perfil también carecía de
información básica, como la edad u otros detalles personales. Sin embargo,
sabía que esa persona estaba buscando a alguien con una característica que yo
poseía. Decidí contactarla, ya que parecía cumplir con mi búsqueda de
adrenalina. Para mi sorpresa, recibí una respuesta inmediata. Resultó que esa
persona se encontraba cerca de mi residencia y me propuso tener un encuentro
apasionado en su automóvil. Acepté su proposición.
Me
vestí y me preparé para el fugaz encuentro, asegurándome de estar limpio y
presentable. Esperé con cierto temor a recibir su mensaje, pues él conocía el
color de mi vestimenta mientras yo permanecía en la oscuridad acerca de su
identidad. Después de cinco minutos de espera, un lujoso automóvil se detuvo
frente a mí. Era mi amor fugaz. Entré en el vehículo y finalmente conocí a la
persona detrás del perfil enigmático. En lugar de ir directamente a lo físico,
decidimos romper el hielo hablando. La química entre nosotros era subjetivamente
evidente, y pasamos mucho tiempo conversando sobre diversos temas, incluyendo
su vida personal. Reímos y disfrutamos de una agradable compañía.
Durante
esa hermosa conversación, pude conocer más aspectos de su humanidad y sus
miedos. Descubrí que él había pasado por una tragedia casi fatal: había sido
víctima de un robo y había sido herido de bala. Esta confesión cambió mi
percepción de él. Ya no era solo alguien con quien pasar un buen rato; lo veía
como un ser humano con cicatrices emocionales y una historia de superación.
Desde ese momento, supe que nuestra conexión trascendería los límites de una
simple aventura.
La
tarde estaba iluminada y las calles llenas de gente, no nos dejamos llevar por
nuestros instintos animales dentro del automóvil. Él decidió llevarme de
regreso a mi casa, prometiéndome volver por mí al anochecer. Intercambiamos
números de teléfono y esperé con impaciencia el reencuentro
La
emoción y la ilusión me embargaron como si fuera una princesa de cuentos de
hadas. En ese momento, los tres aspectos que buscaba inicialmente se
desvanecieron de mi mente, ya que solo podía pensar en esa persona. Anhelaba
desesperadamente que las horas pasaran rápidamente para poder encontrarme
nuevamente con él y explorar la intensidad de nuestra conexión. Sentía una
impaciencia abrumadora mientras aguardaba el momento de dirigir mis armas de
Venus hacia aquel ser que conocía su nombre y tenía su contacto.
Llegó
la hora acordada y, desafortunadamente, no hubo señales de su llegada.
Alrededor de las siete y media de la noche, recibí un mensaje en el que me
explicaba que estaba alistándose para encontrarme. Comprendí que esto era una
muestra de la "terrible cultura de mi país" en la que las personas
suelen llegar tarde. No me quedó más opción que esperar pacientemente. Para
evitar despertar sospechas entre quienes vivían conmigo, decidí salir de mi
casa y refugiarme en casa de unas vecinas mientras aguardaba.
Las
horas continuaron su lento transcurso y la persona parecía haber desaparecido
por completo. No acudió a encontrarme y, desilusionada, regresé a mi hogar para
descansar. Justo cuando estaba a punto de apagar el celular, recibí un mensaje
de aquel ser. Esta vez, me ofreció una excusa y aseguró que al día siguiente sí
vendría por mí. Sin embargo, esta promesa también se desvaneció en la nada.
En
resumen, lo que al principio buscaba con ansias fue exactamente lo que
encontré: adrenalina. Desde el momento en que subí a su automóvil, experimenté
una pasión que perturbó mi razón y despertó en mí un deseo sexual intenso hacia
ese desconocido. Además, viví un amor fugaz, pues me ilusioné creyendo que las
palabras que me había dicho antes de bajarme de su auto podrían dar lugar a un
amor duradero en el tiempo.
Aunque
no recibí besos, caricias ni tuve relaciones sexuales, mis gemidos internos se
calmaron, ya que obtuve lo que tanto anhelaba: un amor pasajero, apasionado y
lleno de adrenalina. A pesar de la fugacidad de nuestro encuentro, me enseñó la
importancia de explorar las emociones y el deseo en su máxima expresión, sin
importar el desenlace.
FIN
POKOTO
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