LA SEMILLA PLANTADA
Hace algún tiempo, una semilla
fue plantada por dos seres que prometieron cuidarla juntos, regarla y vigilar
para que se convirtiera en un gran árbol robusto. Casi dos meses pasaron y esa
semilla aún no había germinado. El entorno era hostil y el futuro poco
prometedor si la semilla decidiera brotar.
Los dos seres que se habían
comprometido a cuidarla no cumplieron su promesa. Uno dejó de interesarse en la
semilla y comenzó a descuidarla, limitándose a aspectos superficiales y
estéticos. Dejó de proveer las condiciones necesarias para su germinación y,
con el tiempo, la abandonó.
El segundo ser asumió la
responsabilidad de cuidarla y se encargó de regarla, abonarla y protegerla de
los peligros. Sin embargo, al no ver que la semilla brotaba, se entristeció y
también la abandonó, dejándola huérfana.
Ambos seres olvidaron su pacto
y siguieron caminos diferentes, incluso opuestos. Uno siguió hacia el norte y
se volvió muy poderoso en su crecimiento profesional, aunque se sentía solo.
Creyó que podía vivir así y que nada malo le ocurriría, pero no fue así. Poco a
poco perdió parte de su poder y continuó sintiéndose solo. Miró hacia el sur y
vio al otro ser, con quien había sembrado, bien acompañado y sonriente. Se
enojó y lloró al presenciar esa escena.
El otro ser, que caminaba
hacia el sur, estaba bien acompañado, pero eran seres de naturaleza diferente.
Uno estaba enfocado en plantar, mientras que el otro solo coleccionaba
mariposas. El ser coleccionista intentó seguir su pasión, pero fracasó y cayó
en depresión.
Así, ambos seres continuaron
por sus caminos, pero cada vez menos satisfechos con su estilo de vida actual.
Hasta que un día, ambos voltearon la mirada y se vieron mutuamente. Sus
corazones se quebrantaron y, dejando sus caminos, corrieron el uno hacia el
otro.
Finalmente, estos seres, ahora
reencontrados, retomaron la semilla que habían abandonado y juntos volvieron a
cuidarla. Después de un mes, la semilla germinó y una pequeña raíz comenzó a
crecer. La semilla emergió del suelo fértil y desplegó sus dos primeras hojas,
convirtiéndose en una hermosa plántula.
La historia continúa, y la
pequeña planta enfrenta nuevos desafíos y dificultades, así como diferentes
depredadores. Sin embargo, siempre que estos seres que decidieron unirse con el
propósito de ver crecer a la semilla en un gran árbol fuerte y frondoso, capaz
de dar frutos y cobijo a otras especies, cumplan su promesa, superarán las
pruebas que se les presenten.
FIN
POKOTO
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