AGUAS AMARGAS
Caía la tarde en aquel poblado
de las montañas cuando por perseguir un amor no correspondido una chica decidió
recurrir a prácticas ocultas con el fin único de atrapar a aquel ser a quien
obsesivamente amaba. El nombre de aquella chica era Beatriz y el loco amor que
sentía por aquel hombre la martirizaba por alrededor de un año.
Cuando decidió recurrir a las
fuerzas ocultas para conseguir el amor que ella deseaba, sus amigos y
familiares con preocupación intentaron hacerle ver lo peligroso de beber
aquellas aguas de la fuerza oculta ya que historias varios se sabían en aquel
pueblo de las innumerables víctimas que quisieron tomar el camino hacia el
templo de Mara para que las fuerzas ocultas les ayudasen.
Esta dama hizo caso omiso a las advertencias de sus seres queridos y emprendió
un viaje a una aldea cercana en donde vivía una vidente conocedora del camino
oculto, por lo cual al amanecer del día siguiente tomó una maleta y se fue de
su hogar y a la aldea de Nivavog se dirigió, a unas cinco horas de camino a
pie.
A las once de la mañana llegó a la aldea y se dirigió a la casa de la vidente
la cual la recibió y la llevó a la habitación donde practicaba la ciencia
oculta. La casa era típica de una aldea montañosa de aquella región, techo a
dos aguas con algunas tejas rotas y mohosas, la fachada pintada de tonos que
evocan la naturaleza, y el jardín carecía de árboles o plantas, uno que otro
espacio de hierba se podía apreciar.
El interior de la casa sí era en cambio misterioso, no por los objetos que en
su interior tenía sino por el ambiente que se respiraba, el aire se sentía
pesado y costaba respirar con normalidad, además, la sensación de ser vistos
por alguien o algo también era muy marcada. A pesar de y lo poco amigable que
era el ambiente de la casa, Beatriz decidió continuar con su propósito, que
aquel chico le amara, aunque fuese a la fuerza.
Cuando ambas (Beatriz y la
vidente) ingresaron a la habitación el rito de consulta con las energías
oscuras dio su comienzo. Invocó entonces la vidente a los espíritus ganeni y en
su trance uno de esos espíritus entró en ella y le habló a Beatriz, dándole
indicaciones de cómo llegar al templo de Mara.
Finalizó el trance y el ganeni
salió de la vidente, Beatriz ya con lo que necesitaba saber se fue de la casa
despidiéndose de la mujer y tomando su maleta tomo ruta hacia el templo.
El templo no estaba lejos, sin
embargo, había que adentrarse a las montañas en un camino solitario y
escabroso. Mientras Beatriz subía por la montaña, un intenso vendaval azotó
aquel lugar y por la misma fuerza del viento Beatriz fue empujada hacia abajo
quedando muy golpeada por las rocas, perdiendo además el equipaje que cargaba
consigo.
Del golpe recibido, la pobre
Beatriz perdió el conocimiento y ya con la oscuridad encima esta se levantó,
para su impresión estaba frente al templo de Mara. Estaba muy emocionada y no
le importó las heridas que tenía ni el cómo pudo estar frente al templo si aún
le faltaba camino por recorrer.
Ingresó al santuario y dentro de
él halló dos estatuas con las manos juntas y elevadas hasta la mitad de la
escultura, dentro de las manos había agua, sólo eso se encontraba en el
interior del templo, no había utensilios, sillas, otras imágenes o sacerdotes,
solo esas dos estatuas de metro ochenta,
Beatriz miró alrededor y volvió
su mirada hacia las estatuas, en ese instante una voz le dijo:
—Bebe de las aguas y tu amado
tendrás—
Así que Beatriz se acercó a la
estatua de la izquierda y tomando con sus manos agua sorbió el líquido. Las
aguas eran amargas y su piel comenzó a secarse, mejor dicho, a marchitarse,
Beatriz horrorizada salió del templo, gritando en vano, mientras su cuerpo se
pulverizaba.
El cuerpo de Beatriz al final exudó toda el agua de su interior y su cuerpo
polvo se volvió siendo uno con el polvo de la tierra y las rocas de aquel
lugar.
FIN
POKOTO
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