TRANSMUTACION DE LA TIERRA

 TRANSMUTACION DE LA TIERRA



El último sol de este tiempo salió para brindar sus últimos rayos. La creación ya está preparada, ya que se avecina una larga noche, momento en que la oscuridad cubrirá este mundo.

 

Hace unos días, las aves comenzaron su viaje de abandono de este lugar, y en grandes grupos se veían en todo el firmamento abandonando el espacio. Por otro lado, las demás criaturas cavaron sus tumbas e ingresaron a ellas para dormir largamente y esperar ser revividas cuando la era del sol retorne.

 

Esta noche que se avecina brindará una tranquilidad total, ya que todas las criaturas habrán dormido el sueño eterno o habrán salido de aquí. Las horas del último día solar pasan y pasan, y ahora los cielos están vacíos. El cenit ya ha pasado y el deceso de la luz se apodera de los vientos de la tierra, anunciando la llegada de la oscuridad. Los pobladores que aún permanecen en el mundo hacen su equipaje para huir; otros prefirieron unirse al polvo de la tierra, y un pequeño grupo, del cual formo parte, esperamos la llegada de la larga noche.

 

El sol va descendiendo y el inicio del concierto nocturno comienza con la obertura del crepúsculo. El cielo deja de ser azul para ser como el fuego. La visibilidad disminuye, y el viento que anunciaba la llegada de la oscuridad trae ahora los primeros presentes para la noche. Así, la temperatura del ambiente comienza a descender.

 

Las flores, que en otro tiempo extendieron sus brazos al aire, ahora los cierran y ocultan su rostro. El sueño las arropa, y en un sueño profundo, todas ellas entran, tornando la atmósfera en un lugar hostil para quien respira.

 

Los que quedan aquí van muriendo. El oxígeno es poco. Yo sigo sobreviviendo porque ansío la era nocturna, probándome a mí mismo si soy digno a la oscuridad y, por ende, andar en este nuevo mundo oscuro.

Una niebla densa comienza a descender desde arriba y cubre todo el horizonte, y lo que quedaba de luz en el mundo se desvaneció. La era de la noche había llegado, y toda la tierra estaba preparada.

Mirando a mi alrededor y a lo que la niebla me permitía ver, logro observar que solo estoy yo. Aunque el frío es ahora inclemente, mi cuerpo no siente lo gélido del ambiente, sino que lo disfruta juntamente con el sonido del viento que canta en La menor.

 

Asumiendo mi soledad en este mundo, me dispuse a andar en él. Ya toda criatura había desaparecido, todo vegetal estaba en sueño. El mundo de antes quedó para el recuerdo. Andando en la espesura de las penumbras, un destello de luz plateada apareció a lo lejos, cubierto en gran medida por la niebla que cada vez era más densa.

 

Asumí que aquel destello plateado de luz era la luna y continué mi andar sin hallar tropiezo alguno, puesto que todo había desaparecido. Ya no sabía de días, horas o meses; todo era igual. El viento seguía soplando en La menor, la espesa niebla permanecía y la luz plateada aún se podía distinguir a lo lejos, inmóvil desde su aparición. Lo que sí comenzó a cambiar fue mi ser. Noté que ya no andaba sobre mis pies porque ya no los tenía, sino que en cambio era desplazado por las corrientes de los vientos. Me movía rápidamente y fue allí cuando comprendí que en el mundo solo quedaba yo. Me alegré en gran medida al entender que había sido aceptado por la noche.

 

El tiempo siguió pasando su eternidad y poco a poco mi ser corporal fue desvaneciéndose y haciéndose niebla. Me hice uno con el ambiente, un espíritu que se movía sobre la faz de la tierra a través de las nieblas, del viento en La menor y de la eterna noche.

FIN

POKOTO


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