ILUSIÓN DE UNA NOCHE
Había tenido un terrible día debido a la congestión nasal que me tenía
al borde de la asfixia, debido a ello tomé la decisión de acostarme más
temprano y reposar las horas necesarias para que el cuerpo se encargara
únicamente de luchar contra el virus. Aún faltaban unos diez minutos tal vez
para que el reloj diera las nueve de la noche cuando ya había apagado todas las
luces de mi casa y me encontrase bien entre las sábanas y almohadas de mi cama.
La noche se tornó bastante cómoda y sentí como mi cuerpo se restablecía
poco a poco del mal, sin embargo, y a la mitad de la noche un suceso extraño
pero magnífico ocurrió.
Estaba durmiendo de lado mirando hacia una de las paredes del cuarto
cuando por alguna razón intuitiva quizás, me desperté, por un momento me
molesté porque todavía estaba oscuro, era de noche, vi el reloj y a duras penas
habían pasado dos horas desde que me acosté así que cerré mis ojos y me dije a
mi mismo – duérmete”-
Pero volví a abrir mis ojos y en total desconcierto pensé que mis continuas
despertadas se debían a que probablemente la postura que tenía no me favorecía
en mi congestión nasal y procedí a cambiarme de lado de manera que pudiese
mirar la otra pared, en realidad el closet del cuarto.
Al voltear, el momento magnífico y extraño ocurrió, había alguien
durmiendo en la cama justo a mi lado, me aterré pero no quise gritar ni moverme
bruscamente para no despertarle y que me tomara como rehén y me hiciera cosas
terribles, lo que hice fue callar y con total cautela me propuse a salir de la
cama y tomar algún objeto que pudiese funcionar de arma blanca para defenderme
de aquel extraño.
Estaba ya fuera de la cama y para mi sorpresa le vi, quien estaba
acostado a mi lado era nada más y nada menos que aquel que fue el amor de mi
vida, no lo creía porque muerto estaba desde aquel diez de enero en el cual el
universo me separó de mi amado.
Tuve algo de miedo, pero le vi bien y se veía normal, como siempre lo
había visto, sus labios gruesos, su barba, su gran cantidad de lunares, era tal
cual lo recordaba, era mi vikingo (así le decía), me acerqué hacia él y noté
que respiraba y al ver eso no aguanté más y me abalancé sobre el con un grito
de alegría.
Mi amado se despertó de susto y me preguntaba qué era lo que sucedía yo
con emoción le decía que mi reacción era porque tenía ya cuatro meses sin
verle, desde su partida, él con una sonrisa acarició mi rostro y con su voz
paciente me dijo que ya había vuelto.
Seguí llorando y le abracé muy fuerte, sentí su olor, su respiración,
sus latidos y los movimientos de sus intestinos característicos que siempre me
hacían reír, era todo él, y estaba de vuelta.
Ya estando más en calma y con mi amado que continuaba acariciándome el
sueño volvió a mi ser de nuevo, esta vez con conciencia de dormir junto a mi
amor. Nos colocamos como era nuestra costumbre y mi cabeza descansó sobre su
pecho mientras él me rodeaba con su brazo.
Pasaron las horas y la noche dio su despedida para dar paso a un nuevo
día, la alarma del reloj sonó y yo en plenitud me desperté, pero mi amado no estaba,
aunque mi cuerpo había quedado en posición como si él hubiese estado esa noche
conmigo. Abrí más mis ojos y comprobé su ausencia, pensé haberlo soñado pero
las evidencias que había experimentado fueron para mi muy claras y corrí por la
casa para ver si ya él se había despertado, pero no.
Solo fue un hermoso sueño que tuve en un momento en el que mi
subconsciente jugaba conmigo haciéndome recordar los hermosos momentos vividos
con él y hacerme saber que, aunque su presencia no estuviese en forma corpórea
su memoria estaba totalmente presente al punto de poder experimentar una
intensa realidad que solo fuera posible durante un sueño nocturno.
FIN
POKOTO
Comentarios
Publicar un comentario