Debo reconocer que la historia
la contaré desde el punto de vista de Chabela, pues es de quien escuché la
historia y por la cual me inspiré para escribir.
Al llegar al centro comercial
donde trabajaba Choco, hubo una impresión positiva en Chabela, pues no
presentía que ese chico le llegase a gustar. Sin embargo, a sus ojos le pareció
un hombre bastante lindo, no era de cuerpo espectacular, pero sí de un rostro
bastante agradable.
Esa primera cita transcurrió
de manera muy normal. Conversaron, rieron y al final se fueron juntos en el
mismo transporte hacia sus casas, puesto que vivían en el mismo sector. Al
despedirse, Choco terminó con unas palabras que, diría yo, daban la
introducción a la pobreza de autoestima de la que padecía. Esas palabras
fueron: "¿Si nos volveremos a vernos o escribir?" Frase que, además,
fue acompañada con una cara de derrota que fue suavizada por las palabras de
Chabela, quien le aseguró que sí volverían a verse.
Recuerdo que para ese tiempo
Chabela salía con un médico que estaba postulando para estudiar una maestría en
el extranjero. Recuerdo también que dicho chico era bastante interesante de
conocer, aunque poco accesible a su personalidad. Esta cuestión incomodaba a
Chabela, pues se sabe que es una persona que vive con mucha intensidad las
emociones.
Cuando se vio en una
encrucijada, es decir, al decidir entre continuar con el médico o con Choco,
tomó una decisión bastante difícil. Cada uno aportaba algo que la aferraba a
ellos. Por eso, decidió seguir saliendo con los dos chicos durante un mes,
hasta que encontró una manera de cómo escoger. Fue de manera sexual. Se dijo a
sí misma que, ya que en los demás aspectos no podía decidir, su elección se
basaría en algo tan banal como el tamaño del miembro viril.
Al solicitar esa prueba
gráfica del miembro, su decisión se inclinó hacia Choco. Guiada por decisiones
absurdas como esa, continuó conociendo a este personaje lleno de desavenencias.
Con el paso del tiempo, Choco
demostró ser una persona carente de una firme autoestima. Siempre se veía feo y
se preguntaba por qué Chabela salía con él si él no lo merecía, entre otras
opiniones que provenían de una baja autoestima y una cobardía que al final se
manifestó.
Los problemas poco a poco
llenaron el vaso de la relación y un día Chabela no pudo más. Terminó la
relación justo en un momento de contradicción emocional, pues el día anterior
había preparado una hermosa sorpresa para Choco. Le escribió una carta
demostrando sus afectos y sus intenciones hacia él. Esto impactó negativamente
en Choco, quien cayó en la incredulidad y se sumió en la baja autoestima
galopante de su vida, demostrando que el príncipe se había convertido en un
patán.
Chabela decidió terminar la
relación y, aunque le dolió mucho, logró recuperar su día a día y rehacer su
vida. Aquel hombre se convirtió en un recuerdo, y tristemente, en una memoria
que revivió al mes, cuando regresó un día para pedir perdón.
Cuando se vieron después de
ese mes de ausencia, él admitió su error y tomó su mano. Hablaron durante un
buen rato, el tiempo suficiente para perdonarle y revivir la emoción del
supuesto amor.
Él la visitaba en su oficina y
conversaban, salían como si el pasado entre ellos no hubiera existido. Los
mensajes volvieron a ser bellos y complacientes. En fin, una historia linda
parecía reescribirse. Sin embargo, la vida de este chico no cambió en absoluto.
En dos meses no se puede superar traumas pasados ni recuperar una autoestima
que había estado destrozada durante años. Así, a las pocas semanas, la ausencia
de este caballero se hizo cada vez más notoria, hasta el punto de ignorarlo por
completo.
Finalmente, un domingo,
Chabela decidió que ya no iba a continuar con la falsa ilusión de amor y que
terminaría de manera definitiva con la relación. No le notificaría, pues él ya
estaba ausente y su intuición le decía que este caballero desaparecería sin dar
aviso alguno. Sin embargo, lo que sí se dijo y a manera de despedida, le escribiría
a la mañana siguiente, el lunes, la siguiente frase: "Buenos días
caballero, que pases un lindo inicio de semana".
Así fueron sus últimas
palabras, frase que fue leída y, como ya sabía, no fue respondida. De esta
manera, se cerró el capítulo en un cuadro pintado de azul con dos vistos bajo
un fondo verde y un aire de cobardía propia de una persona que, sin morir, se
va sin despedirse.
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