EL BOSQUE NEGRO
Por
algún tiempo fui cortada, rapada y dejada como pradera, mi mayordomo no
permitía que creciera y desarrollara, sin embargo, nunca paré de crecer, era
una rebelde, y por más que era mutilada, jamás me daba por vencida y crecía. Un
día de septiembre el mayordomo oyó mis plegarias y notó mi valiente rebelión,
dejó de cortarme y me permitió crecer, de una planicie azabache volví a un
matorral, y de matorral a un pequeño bosque, él me dejó en libertad y yo me
desarrollaba en forma, en belleza negra, en longitud y en brillo. Aquel
mayordomo que me cortaba ahora me acariciaba con sus dedos y con sus
instrumentos de placer que mantenían este liso bosque en perfecta y bella armonía.
¿Por cuánto tiempo más? ¿Lograré ser un gran bosque o el mayordomo cambiará de
parecer? Por ahora, viviré el momento y creceré.
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